El amaranto en el México prehispánico fue una de las principales plantas alimenticias empleadas tanto en el sustento diario como en la vida ritual. No hace mucho, el mundo lo descubrió y se admiró de su gran valor nutricional y ha sido fomentado como una alternativa contra el hambre. Llamado huauhtli en náhuatl, ahparie en purépecha, tez o xtes en maya, wa’ve para los wixáricas o guegui en rarámuri, es una planta que ha sido utilizada por múltiples generaciones de los pueblos originarios. Como verdura tiene propiedades alimenticias parecidas a la espinaca y su semilla, clasificada como pseudocereal, al igual que la quinua andina, es rica en proteínas de alta calidad, sobre todo por su abundancia en lisina, aminoácido que es escaso en otros cereales. Es una valiosa planta que Mesoamérica y el mundo andino dieron a conocer a la humanidad.
Es por ello que la semilla de amaranto es la alegría de México y una rica fuente de energía que no es aprovechada al 100%. En la época prehispánica, fue uno de los alimentos más importantes en la alimentación de los pueblos, y de valor inigualable en las ceremonias religiosas de los aztecas, quienes lo molían con mieles y sangre de los sacrificados para hacer figuras de sus ídolos; este último uso fue el motivo por el que su cultivo fuera prohibido por los españoles.
Sus flores eran utilizadas para adornar tumbas y eran símbolo de la inmortalidad. De ahí el vocablo «amaranto», que del griego significa «planta que no se marchita»
Ha diferencia de otros cultivos, como el maíz, el frijol o la soya, el amaranto ha sido prácticamente olvidado, a pesar de que los antiguos pueblos lo consideraban sagrado, aunque en años recientes, debido a sus características nutricionales ha sido considerado como la planta más prometedora para el desarrollo económico.
Nutricionalmente hablando, contiene más proteínas que el arroz e incluso que el maíz. Es rico en vitaminas A, B, C, B1, B2, B3, ácido fólico, niacina, hierro, calcio y fósforo y sus hojas también son comestibles, por lo que se puede aprovechar toda la planta.
El amaranto, es el que da forma a las alegrías, uno de los dulces mexicanos más emblemáticos y que a todos gustan. Y en la forma de alegrías, es como es más común consumir el amaranto. Para hacer las alegrías, de forma artesanal se mezclan las semillas de amaranto tostadas ya sea, con miel o con piloncillo.
Consumir el amaranto, además de ayudarnos a la salud, apoya a todas las familias que se dedican a la producción de estos dulces tradicionales.